Monseñor Guillermo Moreno Bravo
Vicario General de la Arquidiócesis de México
Párroco de La Coronación de S. Mª de Guadalupe
Estimado Monseñor, regocíjome con S.S. Benedicto XVI, con usted, y con la Iglesia toda por la restauración de la misa a su forma original. Lo más hermoso de este lado de la Gloria es como la consideraron no sólo los siglos, sino los milenios. ¿Qué tan hermosa? Tan hermosa como el más bello don del Padre a su Iglesia. ¿Qué tan cierto? Como dos milenios lo confirman. ¿Puede la obra sublime del Espíritu Santo estar falta de algo, o de algo estar sobrada? ¿Puede el Espíritu Santo ser imperfecto o haberse equivocado dos mil años? ¿Puede esta perfección alterarse y seguir siendo perfección? ¿No ha de alegrarnos la restauración del respeto?
Es la misma imagen sepultada por el clero sevillano que huía de la invasión islámica a principios del siglo VIII, y que sería reencontrada siguiendo las instrucciones de la Virgen a Gil Cordero cerca del río Guadalupe ―del que recibe su nombre― poco antes de 1350. La Sábana Santa es recuperada para la historia en Lirey, Francia, también por 1350.
La primera de estas fechas, 1571, nos recuerda la batalla naval más importante para la Cristiandad, la Batalla de Lepanto a la que nuestra Virgen de Guadalupe de México es llevada para la más resonante victoria. Recordará la narración y las pruebas por mi obra “No se puede tapar el sol con un dedo” de la que le obsequié muchos libros. Esta batalla fue ganada por la Santa Alianza forjada por San Pío V, el de la Misa Tridentina; que así, por Lepanto, queda más ligada a nuestro suelo; a otro 15 de septiembre y esta vez seguido de un 16 como recordará también de mi libro subtitulado “La divertidísima historia de los antiaparicionistas guadalupanos metidos de historiadores, y su fracaso final”.
La historia aporta de esta manera las evidencias sobre como estos dos grandes papas, Gregorio I y Pío V, cuya obra en los siglos sexto y dieciséis fue la liturgia de la misa tradicional, lo fueron igualmente para la forja y desarrollo de la historia guadalupana partiendo de San Lucas en Éfeso hasta Roma cinco siglos después, hasta España, para culminar en México enlazándolo todo, hasta la Sábana Santa. Así, Santa María de Guadalupe, la misa tradicional y México integran el mismo bloque histórico. ¡Que alegría debe darnos ver así enlazado nuestro destino con el respeto a la misa. Los dos papas de la liturgia de la misa proyectándose guadalupanos. Y otros dos, Benedicto XIV es quien exclama el “Non fecit talliter ovni nationi” ante la imagen del Tepeyac. Y es ahora otro Benedicto, el XVI, quien nos devuelve la liturgia sagrada.
Pero el mayor regocijo, sin duda, está en la recuperación del respeto. Mencionemos la orientación del altar, Liturgia cara al oriente: Tradicionalmente, no sólo los altares, también los mapas se dirigían en ese único sentido. El Norte Medieval era el Calvario, que todo lo ORIENTABA. Por esta razón también la Imagen de Santa María de Guadalupe de México milagrosamente ideada para superponerse al plano de la República ajusta sobre dicho mapa (por señalizaciones de símbolos 'cerro' en el vestido) con la cabeza tocando el Golfo de México (en dirección al oriente, al Calvario como los mapas medievales), y los pies casi el Océano Pacífico, ajustándose así las Estrellas del Manto derecho las constelaciones del norte, y las del manto derecho las del sur.
Antes de las reformas de 1968 a la misa, el sacerdote miraba como el pueblo hacia el oriente, hacia el Calvario para el Santo Sacrificio de la misa; y, por supuesto, hacia el Sagrario. Si consideramos que la inmensa mayoría de los altares estaban orientados correctamente al este, el giro de 180º que impusieron al sacerdote tenía que haberlo dado cada templo COMPLETO (sobre el giro previo del celebrante) para que este volviera a mirar en la dirección correcta (aunque el pueblo en este caso ya no lo hiciera); de otra manera el giro de 180º del celebrante lo dejaba dando la espalda al Calvario y al Sagrario ¡como de hecho los dejó! ¡Que simbólico! ¡Los dejó dando la espalda al Calvario y al Sagrario y en cada genuflexión "orientado" hacia el pueblo en vez de al Sagrario y al Calvario!
¡Felicitémonos!
¡Enhorabuena!
Muy respetuosamente
Luis de Guerrero Osio y Rivas